¿Y si el bulo es bueno? Iniesta y las otras crisis en redes sociales

Ayer por la noche, hace menos de 24 horas, saltaba la noticia a Twitter: Andres Iniesta, el chico bueno de la selección española, el chico del Kalisse para todos mostraba una vez más porqué es el Iniesta de nuestras vidas:  iba a donar la prima que recibirá por ser campeón de Europa para ayudar a remediar los efectos del incendio de Valencia.  A nadie le sorprendió de Andresito, todo corazón pero… resultó ser mentira. 

No voy a hablar de dónde se originó el bulo o de la falta de profesionalidad de periodistas de distintos medios de comunicación que difundieron la noticia sin contrastarla o sin acudir a las fuentes. No voy a hablar hoy del sentido de urgencia que invade a los medios de comunicación en Internet y que hace que olviden que su labor es la de decidir qué noticias se difunde y analizarlas para los lectores,no ser los primeros en publicar algo y conseguir posicionarse por delante. Son innumerables los restos del periodismo ante las redes y existen temas apasionantes sobre los que debatir, pero eso será materia de otro post.

De lo que me gustaría hablar es de cómo afecta esto a la reputación online de Andrés Iniesta. Me parece un buen tema para analizar, ya que por suerte la marca del jugador es lo suficientemente fuerte para que este hecho no haga que cambie, pero creo que nos puede servir para reflexionar sobre la fragilidad de una marca personal en el implacable mundo de las redes sociales.

Iniesta ha desmentido la donación y, de repente lo que antes era algo neutro, no saber qué haría con el dinero que tanto él como sus compañeros han recibido de una entidad privada por  un trabajo realizado , se convierte en algo negativo (¡mercenario! no lo dona y luego habla de hacer felices a los españoles!).

Desgraciadamente,  esta situación es más frecuente de lo que se podría desear: alguien dice algo en la red (bloguero, twitter, meneame etc) y esto llega a convertirse en «noticia» por una negligencia en la confirmación de fuentes por parte de un publicista, generando confusión y desconfianza entre los lectores y daños en la reputación de entidades y personas, como en este caso, así como reacciones apocalípticas entre periodistas y medios.

Iniesta y por extensión todos los jugadores de la selección se están viendo presionados por la opinión pública para destinar sus primas por ganar a causas benéficas, para mostrar su verdadero españolismo.  Este populismo pone en un brete al jugador, que tiene que dar explicaciones por algo que corresponde totalmente a una decisión privada. Como pasa frecuentemente en Internet, un detalle se convierte en la discusión más importante para la opinión pública, evitando temas de fondo.  ¿Es esto ético?

Muchas veces, al hablar de comentarios negativos, se recuerda el dicho «blasfema, que algo queda», recordando que aunque la información falsa se corrija esta información permanecerá viva durante mucho tiempo y no a todo el mundo le llegará la rectificación, dañando inevitablemente la imagen de la persona afectada.

¿Qué pasa en el caso de una noticia, como es el caso,  falsa pero positiva? ¿Dejará un rastro en la red que formará un poso positivo para Andrés Iniesta? Nos gusta más hablar de lo malo que de lo bueno, por lo que también puede ser que se generen tantas conversaciones negativas sobre el jugador por no donar el dinero (algo que no es así realmente, no sabemos qué hará con el dinero, sólo que ayer a las  11 de la noche el jugador estaba divirtiéndose en la celebración, no pensando en qué iba a hacer con la prima)  que acabe contaminando su huella digital.  Como dijimos, es bastante improbable que esta anécdota vaya a tener un impacto en la imagen de Iniesta pero…. ¿qué pasa cuando ocurre con una empresa de tamaño mediano, sin muchos recursos? ¿Debería Google permitir un «derecho al olvido» y borrar bajo petición del afectado  cualquier información falsa, aunque esta sea positiva?

En fin, aunque dije que este no era el tema de este post, no puedo evitar sin hacer una reflexión sobre el mundo del periodismo y la red: amargas son las quejas de los periodistas respecto al intrusismo de blogueros y creadores de opinión, pero mientras sigan pasando este tipo de cosas,  ni al usuario ni al medio le quedará claro cuál es el aporte y el valor de un profesional formado en comunicación o periodismo frente a estos otros perfiles. Una vez más, la revolución debe empezar por dentro.

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