En el nuevo paradigma de la sociedad del conocimiento, el objetivo del marketing es conseguir crear experiencias para el cliente que sean realmente memorables.
Son muchos los obsesionadas con el ROI y las ventas que repiten «No te engañes, el objetivo final de cualquier empresa es ganar dinero». Me niego a creerlo. Eso es tanto como decir que el objetivo final de cualquier ser humano es respirar. ¡No!! Ese es el medio para seguir vivos y por supuesto que hay que tenerlo en cuenta pero, por suerte, hay mucho más.
Picasso decía que «Un pintor es un hombre que pinta lo que vende. Un artista, en cambio, es un hombre que vende lo que pinta» y ayer mismo, un vicepresidente de Apple decía ante los malos resultados : «“Estamos muy contentos con nuestros ingresos, pero nuestro objetivo no es ganar dinero. Suena un poco frívolo, pero es la verdad. Nuestro objetivo y lo que nos entusiasma es hacer grandes productos. Si tenemos éxito, a la gente le van a gustar, y si somos operativamente competentes, ganaremos dinero”.
Muchos considerarán a esta una frase hecha y recordarán las «artes» de la compañía de la manzana, pero a mi me parece una filosofía no sólo deseable sino muy inteligente de ver una empresa: las políticas y decisiones cortoplacistas que tratan de exprimir a clientes y empleados en lugar de establecer relaciones memorables con ellos están condenados al fracaso. Habitualmente, el crecimiento por el crecimiento es algo miope, que nos hacen perder de vista los verdaderos objetivos.
Para mi estas compañías que ven el marketing como «vender» son lo más parecido a los jóvenes españoles que dejaron sus estudios para ganar grandes cantidades de dinero en la construcción, que durante unos años ganaron dinero y se rieron de otros que preferían formarse y que hoy piden subsidios y ayudas para salir adelante y reinventarse. Responden a una mentalidad cortoplacista que no considera como prioritario encontrar un lugar en el mundo o en el mercado sino el poder usarlo. Para estas empresas, el marketing es una función secundaria que sirve sobre todo para «ponerlo todo bonito», para poder utilizar términos modernos y carentes de sentido (preferentemente en inglés) en memorias y páginas webs. Una pena.
Creo que en estas épocas turbulentas donde parece que el cortoplacismo es el rey viviremos el triunfo de empresas que realmente consideren el marketing como una función estratégica que consiste en garantizarte el favor del público trabajando para que lo que tú ofreces sea lo que ellos quieren o necesitan, empresas que me permitan decir que me gusta el marketing y que creo que cumple una función social importante.
¿Marketing sostenible?
Totalmente de acuerdo en todas tus palabras, punto por punto. Es verdad que el «AHORA» es importante, pero siempre será más importante si va unido a un «DESPUÉS». El corto plazo es el lugar habitual del especulador, y esta palabra no es muy digna de alabanza. No tener visión de futuro puede acarrear lo que está viviendo España y más paises del entorno, una irremediable deriva económica,social y de valores. Estamos faltos de una mayor empatía, ponerse en el lugar de otro. Las empresas, los gobiernos, los ciudadanos que actúen de esta forma serán los que puedan ofrecer soluciones estratégicas a los problemas que se demandan.